lunes, 31 de agosto de 2009

Mudarte al campo para dejar de limpiar...


Ayer estuve en un pueblito cerca de Madrid visitando a una amiga, llamémosla Manuela. Ella se casó hace tres años con Roberto, y al año siguiente tuvieron su primera hija. Un año después llegó la segunda, y con ella la mudanza al campo.

Roberto es programador informático y tiene un buen sueldo. Manuela dejó su trabajo y ahora trabaja en casa, o mejor dicho, ahora está en casa.

Cuando vivían en Madrid eran los más juerguistas del grupo. Siempre dispuestos a hacer fiestas en su casa, pasarse la noche de juerga, borrachos como cubas un finde tras otro, y con una afición un tanto peligrosa a la cocaina.

Vivían en un piso de dos habitaciones bastante céntrico y llevaban una vida social muy activa. No había fin de semana que se quedaran en casa en plan tranquilo. Les encantaba irse de fin de semana siempre que podían, salir a cenar y trasnochar sin parar, incluso entre semana.

Pero con la segunda niña y la decisión de mudarse al campo todo cambió. Manuela dejó su trabajo cuando se le acabó la baja por maternidad y ahora se dedica a sus niñas y al Facebook, siempre está actualizando su estado, cada dos horas más o menos.

Manuela pesa quince kilos más que hace dos años, y parece que tiene 37 en vez de 27. Roberto también está muy desmejorado, pero no ha cogido peso. Cuando llegué a su casa, esperaba una comida de categoría, ya que Manuela es muy buena cocinera, pero en lugar de eso me encontré con unas salchichas y unos trozos de pan para hacer bocadillitos. Nada que ver con su costumbre de preparar varios platos y todos deliciosos.

Manuela vestía unos vaqueros azules y un jersey fino de lana negro con varios agujeros a la altura del estómago. Estaba sin peinar y andaba descalza por la casa y el jardín, con lo que sus plantas de los pies parecían las de un sin techo. La niña mayor gritaba por la casa cual loca histérica persiguiendo al gatito que acaban adoptar y a nadie parecían molestar los estridentes gritos. La pequeña estaba en la alfrombra, medio desnuda, llevándose a la boca todos los juguetes que estaban esparcidos por el suelo sobre el que todos pisábamos al salir y entrar del jardín.

Cuando la niña mayor dejó de gritar se sentó en su silla para comer, pero un helado de naranja de hielo. El polo se le partió por la mitad y se cayó sobre la famosa alfombra, ante lo cual Manuela lo recogió y se lo dió a la niña sin ni siquiera pasarlo por el grifo. En este momento yo ya no daba crédito. No me lo podía creer.

La sala estaba llena de juguetes por todas partes, la cocina llena de cacharros sucios, no había ni un solo espacio en toda la encimera sobre el que dejar nada. Abrí la nevera para servirme otra copa de vino blanco y aquello parecía la nevera del asesino de SAW. Había chorros de líquidos resecos por todas las baldas y de ella emergía un dañino olor a queso que revolvería las tripas al mismísimo Jack el destripador. Que conste que me encanta el queso, pero en la nevera siempre guardado en tuppers, gracias!

Mi copa tenía pequeñas incrustaciones marrones que preferí ignorar, y el sofá, comprado tan solo hace un año, tenía unas manchas también marrones que parecía haber sido recogido de un estercolero cercano.

La niña pequeña, la que estaba semi desnuda, olía a vómito la pobrecita porque se había vomitado un poco encima y no le habían cambiado la chaquetilla que llevaba. Eso sí, todos son muy felices. Las niñas se rién sin parar y juegan con todo el mundo, y ellos están encantados con su nueva vida en el campo.

Yo también me alegro mucho por ellos, por su felicidad y por esas niñas preciosas que tienen, pero como lo cortés no quita lo valiente, me gustaría haberles dicho antes de irme: "Muchas gracias por todo, pero limpia la casa por lo que más quieras." De más está decir que no lo dije, al fin y al cabo no soy yo quien tiene que vivir ahí, y prefiero tener que aguantar la suciedad y el desorden de vez en cuando que perder la amistad de Manuela, por muy dejada que se haya vuelto.

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Feliz cumpleaños a Jose, que cumplió 27 ayer!!!

Ana, me la mandas aquí - crazyanusca@gmail.com

2 comentarios:

Jose dijo...

Buenas!!!!

Gracias Ana pr felicitarme, pero me equivoque...mi cumple no fue ayer, es hoy!!! jejejeje

Vivo solos desde hace dos años en Barcelona, y aunque no soy un obsesionado de la limpieza si que me gusta tener la casa limpia y ordenada, y cuando voy a casa de mis amigos si veo que la tienen sucia se lo digo, no me puedo callar.

Como anecdota contar que hace unos años unos amigos fuimos a Italia a visitar a un amigo que estaba de "Erasmus". El caso es que llevaba allí como 6 meses y no habia limpiado ni un día la casa (lo más barrer y lavar el piso). El cuarto de baño daba miedo entrar!! Al final un amigo que es peor que yo, acabo limpiandole el cuarto de baño, porque decía que el allí no se duchabe.

Al final ibamos solo al piso a dormir. Eso sí, el viaje estuvo genial, nos alquilamos un furgoneta grande e ibamos los 8 recorriendo toda Italia con la furgoneta! snif snif...que recuerdos.

Yo es que no entiendo a los que les gusta vivir rodeados de mierda, es que no lo entiendo.

Un saludo, y gracias de nuevo.

Ana dijo...

Ana, está claro que a tu amiga y su familia se les ha ido un poco la cabeza, o se han hecho hippies, o tal vez ella esté deprimida y el pobre marido no da pie con bola. Hay hombres que no saben hacer apenas nada en casa, lo digo con conocimiento de causa; mi pareja no sabe ni encender los fogones de la cocina y la limpieza, psche...
Por otra parte, yo vivo en una casa (a medias con el banco) en una urbanización en medio del bosque, y yo limpio mi casa tanto como lo que pueda hacer cualquier persona... es más, trabajo de limpiadora en un hospital, así que no puedo presentarme sucia o sin higiene, porque nos exigen un alto grado de higiene personal.
Tal vez al mudarse lejos de la "civilización" ellos mismos se han vuelto incivilizados. Pero eso es porque tienen tendencia al desorden. A lo mejor les ha dado por fumar la hierba de la alegría y por eso todo se la sopla.
Yo podría pasar por todo sucio, pero ver que los niños no comen comida "de verdad" y que se les cae algo y ni siquiera lo enjuagan, creo que me hubiera dado algo.
En fin,una lástima, a ver si se terminan de acoplar a sus vidas y empiezan a poner orden, por el bien de sus pequeñas.
Enseguida te envio las fotos!!